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La ética profesional y Javier Marías

Después de leer la nota de Javier Marías comentando los motivos por los que abandona su colaboración en la revista El Semanal, podemos deducir que tiene motivos éticos y profesionales para tomar esta decisión. El problema es uno solo: un acto de censura que se le hace a Javier Marías por expresar su opinión en la revista para la que trabaja. La libertad de prensa es un derecho reconocido por las leyes de nuestro país, por lo que, además de problema ético, es un problema legal.

Si nos atenemos a la ética profesional, todo el mundo tenemos derecho a expresarnos libremente, y nadie, persona, entidad o empresa, puede coartar esa libertad. Asimismo, a Javier Marías lo pagan por expresar su opinión, que luego sus jefes dirigen y controlan. A continuación, analizaremos los distintos fundamentos de la ética profesional que entran en juego.

Marías, como profesional, tiene que asumir el principio de responsabilidad de su trabajo, es decir, las consecuencias que se deriven de su actividad profesional son su responsabilidad y, como profesional, está preparado para asumirlas. Además, El Semanal, como una empresa, no debe realizar esta labor. Un periodista sabe perfectamente lo que puede y debe publicar y lo que no, por eso, podemos asumir, que en el artículo de Marías no había ningún insulto ni descalificación grave, sino una opinión que, parece ser, era considerada “peligrosa” para los colectivos ya mencionados. Como hemos expresado ya, si el artículo puede ser penado legal y o constitucionalmente debería ser problema del autor.

Los directivos del El Semanal no deberían haber claudicado ante las fuerzas de “arriba” y haber seguido con las publicaciones normales de sus colaboradores, creando la polémica que sea y contra los que sean, para contrarrestar un posible artículo anticonstitucional ya tenemos las leyes que nos protejan a TODOS y suficiente recorrido democrático para poder echar mano de todos los recursos a nuestro favor. El semanario tampoco debería haber jugado con el autor posponiendo la fecha de publicación y después no cumpliendo su palabra. Si tratamos ahora el principio ético de autonomía, vemos que es vulnerado varias veces. Ya que, en primer lugar, Javier Marías no tiene la autonomía suficiente como para decidir lo que quiere publicar o no, ya que sus artículos pasan por el filtro, no solo de El Semanal, sino también de los periódicos que reparten esta revista. No sabemos las cláusulas del contrato de Marías, por lo que puede ser muy aventurado suponer que no podría haber llevado a cabo acciones legales contra El Semanal, pero de haber podido, debería haber luchado por su independencia y su derecho a publicar mientras estuviera en vigor el contrato, flaco favor le ha hecho a la lucha en defensa de la libertad de prensa abandonando con una nota en su página Web.

Un principio muy importante de la ética profesional es el principio de beneficencia, es decir, todo profesional debe hacer bien a la comunidad. En este caso, Javier Marías no es libre para poder prestar un buen servicio a los lectores de El Semanal, es decir, al no dejar a Javier expresar libremente su opinión vulneran también el principio de autonomía profesional.

El propio semanario tampoco tiene derecho a la autonomía y a la libertad, ya que, como hemos dicho, la publicación de dicho artículo no solo fue vetada, en teoría, por los accionistas de la revista, sino también por sus repartidores, aunque ese es otro tema.

En el caso que nos ocupa, además, se trata de un artículo sobre la iglesia católica, con todo lo que esto conlleva en nuestra historia reciente y no tan reciente. A la altura de nuestra democracia, estos casos ya no se deberían dar, que grupos de presión por su nivel económico o político puedan vetar un artículo que va en contra de sus “creencias” es anticonstitucional y Javier de Marías debería de haber llevado a cabo cuestiones legales para ver su artículo publicado y después despedirse si ese era su deseo.

De los hechos que se nos comentan, además de los problemas de carácter ético a los que se enfrenta el autor por censurarle su artículo, se suman un incumplimiento de un acuerdo verbal entre las partes. Ante el compromiso de esperar un poco a que se calmasen los ánimos, hecho que no debería haber admitido el autor, para publicar el artículo la fecha propuesta es demorada lo que ya conlleva el cese de las colaboraciones.

En mi opinión, yo creo que EL Semanal tenía más opciones que las de censurar a Marías. Por ejemplo, podía haber publicado su artículo declinando cualquier responsabilidad legal y jurídica que en el mismo se expresaba. Esto es algo que ya hacen los programas de televisión de opinión. Para concluir, como opinión personal me gustaría decir que yo, que soy lectora de El Semanal, no conocía los motivos de la no continuación de sus artículos, siento que no haya luchado por su derecho y el mío para poder leer sin censura cualquier opinión.

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